Tic tac y destiempo


No sirve el tiempo como disculpa,
no dispongo de soledades
que nos escondan.
No tengo el menor remedio
ni cultivo con el tedio la costumbre.
No renuncio,
el diálogo que dan los besos
lo rescata la memoria.
No me justifico
pero te quiero más cerca.
La tarde no llora sin motivos
y las razones las encuentro en el rechazo.
Si no volvemos a los brazos,
a la madeja de oraciones,
quebraremos subidos al púlpito de las pasiones,
vigilados por las aún luces del ocaso,
entonces, ¿qué será de nosotros?
Hubo un lugar donde nos anunciábamos
a la vuelta de un arroyo,
pero hemos vuelto al mar
para mezclarnos el resto de los años.-

Rezo y penitencia


Vengo a contemplar tus ojos
desde pasiones más lejanas.
Quiero hurgar en el verde añil
y barrer el arrepentimiento
al recoger las velas como al cerrar los párpados.
Entre un abrir y un cerrar,
entre un voy y un vengo,
nada tengo yo si no tu iris de testigo.
Un icono para marcar intenciones,
una instantánea,
esa inmensa imagen fugaz que salva nuestro desencuentro.
Hay niebla en los motivos,
las ventanas se pliegan
y los hábitos recogen la rutina.
Tú quieres volver
y yo lo acepto.
Para nacer están las madres,
para intentarlo los cuerpos.
En treinta segundos regreso,
tiempo necesario para seguirte queriendo.
En mis ojos ríe tu imagen ahora,
ya has vuelto para quedarte.-


Cine Coliseum


Yo sí recuerdo las tardes de domingo,
leves, terminables,
huyendo del día siguiente.
¡Claro que no he olvidado!,
el cine con olor a niño,
los chupachus de azúcar
para mitigar la pena.
Y ocultar que se marcha la semana,
siempre los domingos por la tarde.
Y como asoma una más,
que también tendrá un martes,
lento, sin remedios,
y un viernes exaltado
que vendrá a salvarnos.
Así se nos dibuja en el sábado
la alegría de poseerlo todo.
Será más triste el domingo,
más largo,
y volveremos al cine,
como niños,
en doble sesión continua.-



Canción para una lágrima


Deshago una lágrima en varios mares
cuando anuncias tu llegada.
Trituro las palabras que dedico
en tus continuas despedidas,
con las que enlazo nuevas frases que te retengan.
Comienzo por calmar los latidos que se disparan,
cuando, otra vez,
me asomo a tus ojos viajeros.
Busco excusas en flor para convencerte,
que a mi lado las horas no nacen,
forman minutos eternos que no terminan.
Escalamos los intentos,
superando cada prueba, volviendo al comienzo;
en la cima el resto de la vida,
en el empeño varias heridas,
que curaremos,
que cerramos,
al volver a la falda a buscar posiciones.
En la ladera donde aplauden convencidos
los amigos que nos animan.
Cada vez que en la garganta
tiritan las razones que no quiero
y vuelvo a sembrar silencio,
pienso en el ascenso
y en el comienzo
y habrá que intentarlo.
Mientras haya océanos para fabricar mi llanto.-


Apago tu nombre




Reinvento un color de banderas,
tal y como polinizan tu ojos
mis maneras esclavas.
Logro que el lujo sea sólo mi nombre
en tu boca.
A veces,
otras veces,
muchas veces
no me llamas,
y cambio mi estandarte por cornetas que truenan.
Así te llamo yo
si tú no me pronuncias.
Avanzo sin camino
perdiendo los pasos que doy,
una leve postura que me encuentre ocupado
cuando volvamos al nido,
junto a un sendero de dorados y grises,
a perdernos del ruido
bajo el sol de la noche que nada ilumina.
Es una atención que reclamo,
mientras no te oigo
y me suena a lejos
y las distancias me dan miedo.
Pero quiero separarme
y estar más contigo.
Fingirme dueño,
con mi color domado,
oculto levemente sobre tu tierra mojada.-