Lívida primavera


Me alejo hacia el lugar más cercano,
viajo huido hasta el continente de lo invadido,
deshago un equipaje de prejuicios,
abandonando la maleta que lastra decisiones.
Cada lunes añado a nuestra cesta ciertos propósitos,
cinco al mes, como un regalo.
No lo he logrado.
Caminan más deprisa las proclamas,
anuncian una lucha de balcones
para asomarse a tu delirio.
Hay noches que gritan desde la terraza del deseo,
para que no merme el arrullo,
perseguido romance de amantes escondidos.
En la cima de lo posible
ondea la bandera de lo creíble,
pequeñas ideas para lograrlo
que nos sitúan ante la certidumbre de lo evidente.
Ahora corro más,
al final del viaje me esperan los brazos
que entregué al sujetarte,
cogidos al suelo del idilio,
construyendo un puente entre silencios
que retenga los segundos sin palabras
en los que se disparan intuiciones
que nos hacen enormes al instante.
Si algo pasa,
reacciono invocando rendiciones,
decretos que escribimos para no ser cumplidos.
Un desgobierno de lujuria
en el reino de los dedos invisibles,
donde andamos abrazados.-


Lunes de Pascua


Se han abierto las flores muy despacio.
La cera derretida de promesas imposibles
que desfilan con sonido de tambores.
Homilías para una saeta que nadie escucha.
En todo silencio hay fiesta
porque el poder de la proclama
se apaga con el paso de los años.
Las casullas esconden la infertilidad de lo absurdo
y los hombres se ríen a sus espaldas.
Nadie quiere un mártir para llorar su ausencia,
sólo la imaginería mantiene los rezos
de cuando éramos niños.
Hay lazos para acusar a las mujeres,
mientras lloran las madres en secreto
y la soberbia se sujeta en el orgullo reprimido.
Ya no aparentamos creencias en público,
viajamos al pasado como espectadores del absurdo,
pasajeros convencidos.
No quiero confesar los pecados,
ni acepto penitencia,
disfruto y los exprimo
para que luzcan todo el año.
Ya estuve en el país de los rezos y plegarias
pero no encontré a nadie redimido,
escondían los miedos no palpados,
sujetos a un cielo que no existe.
Ahora miro al frente
y allí arriba veo la luna
que sí protege los sueños cometidos cada noche.-