Así te pronuncias



¡Bonita manera tienes de asomarte a mis brazos!
te aúpas inclinada sobre las curvas de los dedos
provocando que el tacto anuncie,
en festín de susurros,
una cascada de arrullos,
libidinoso valle de enormes dinteles
por los que mirarte inquieto,
soliviantado,
de este pensamiento doloso,
y acurrucarte.
Una mecedora en la cuenca de las manos
que recoja, a ritmos de a dos,
las letras de tu nombre.
Bajo un mar de ojos cerrados,
sumergirnos despacio,
sin apenas mirarnos,
guiados por la presencia,
yo de la tuya, tú de la arena,
hago señales de humo lejos de nuestra cama,
para despistar a poniente
y que marche tras el sol de la aurora,
que no reparen el tiempo de las plumas,
que los pliegues de la almohada
sigan escribiendo rimas asonantes,
tercetos de amor macerados
sobre una capa de intenciones,
mejor así,
carne repicada de amantes iniciados.
Mañana no será,
anoche no ha llegado.-


Otoñada



El otoño tiene alas que caen como gotas,
mojan en vuelo las hojas que saltan abrumadas,
antes de formar montones
que se mecen con el viento.
En otoño están todos los colores
y huele.
El otoño es perfecto
porque todo es posible.
En otoño caminas,
y el agua vuelve a llenar los arroyos,
huele a bosque,
a madroño.
El otoño no es triste, no,
es comienzo,
vuelta al principio,
eres tú más cerca.
Arruga es otoño,
octubre es llamada,
otoño es noviembre,
los meses se acaban en otoño.
Luz de ocres,
semilla,
aceite recién hecha.
Extremadura es otoño,
sonrisa,
Jerte, Gata, Ambroz,
otoño es sierra.
Amanece despacio
y el letargo aparente de la mañana
se despereza.
De la niebla a la lluvia,
del sol al viento,
otoño sorpresa,
otoño capricho,
ojos de otoño,
marrones castaño.
Tierra de otoño.
He salido a la puerta a esperarte,
pasajero en otoño,
evadido en las horas cortas,
instantes de leña
en la sierra del fuego.
Nací en noviembre,
Y soy otoño.-