El libro de tu nombre


Se desvanece la mística de los años,
el clavel de oro que ha separado los días y las hojas.
La tierra llorada que siempre ha guiado las estaciones,
se sublima,
se sustenta en un hilo que cose los murmullos.
Los libros deberían ser siempre de pasta dura,
y yo tendría que amarte siempre
entre un punto y aparte y el final de un capítulo.
Ahora llueven letras y vocales.
Yo tuve un sueño: escribía un libro que terminaba contigo.
Cuando desperté solo llevaba diez páginas
y aún no nos conocíamos.
Los suspiros lentos son de felicidad,
salen de tus ojos a respirar esta agua
que cae a frases completas,
lejos se vislumbra un diccionario,
allí pasaremos la noche,
para buscar intimidades en significados que nos justifiquen.
Página cincuenta,
acaban de presentarnos y me dispongo a leerte.-