Rapaces


Encuentro gentes de lágrima fácil,
rapaces de la imagen del desastre
que nos enseñan, solidarios y pedigüeños,
el horror que nos conmueve.
En la conciencia encuentran el talonario
con un precio que fijan sibilinos.
La pena disculpada que alimenta voraz
su ego de salvadores.
Hoy están aquí,
mañana en el mundo.
Miran a la cámara
para que la alegoría capte su grandeza,
la piel que oculta un insaciable apremio por hacer caja,
apuros para brotar el llanto,
carencias para nuestra apetencia,
penurias para su avaricia,
pobreza inmediata que nos llama.
Ellos están allí,
mañana en otro mundo
con más indigencia y distinto precio,
no hay saldos para la urgencia.
Privados de voz mientras otros plañen,
los cuerpos se rinden como actores secundarios,
se irán como vinieron,
con su halo liberador en cajas de oro,
en cómodos plazos subvencionados
por el decreto de la angustia y el donativo.
La miseria hace miserables
y los pobres volverán a estar solos,
en sus calles vacías de escenas,
como se olvida la tristeza
cuando no está en venta.
Amortizadas las lágrimas,
el dolor no cuenta.-


A tus ojos


Mirarte no es gratuito,
la dádiva es un segundo más en la memoria,
el instante en que cruzamos los ojos
sabiendo que el otro está.
Que estoy, que estás, que somos.
Así, cuando no hay contacto
brota el recuerdo:
Imaginar qué haces cuando yo te escribo,
mientras silbas, siempre silbas.
Los kilómetros que me alejan cada mañana,
acercan más los sentidos,
estás frente a mi mesa,
a larga distancia.
Ahora son tus ojos los que miran esta ausencia física
que mido en horas,
las que faltan para alimentarnos,
para tapar la sutura de la rutina.-