Lívida primavera


Me alejo hacia el lugar más cercano,
viajo huido hasta el continente de lo invadido,
deshago un equipaje de prejuicios,
abandonando la maleta que lastra decisiones.
Cada lunes añado a nuestra cesta ciertos propósitos,
cinco al mes, como un regalo.
No lo he logrado.
Caminan más deprisa las proclamas,
anuncian una lucha de balcones
para asomarse a tu delirio.
Hay noches que gritan desde la terraza del deseo,
para que no merme el arrullo,
perseguido romance de amantes escondidos.
En la cima de lo posible
ondea la bandera de lo creíble,
pequeñas ideas para lograrlo
que nos sitúan ante la certidumbre de lo evidente.
Ahora corro más,
al final del viaje me esperan los brazos
que entregué al sujetarte,
cogidos al suelo del idilio,
construyendo un puente entre silencios
que retenga los segundos sin palabras
en los que se disparan intuiciones
que nos hacen enormes al instante.
Si algo pasa,
reacciono invocando rendiciones,
decretos que escribimos para no ser cumplidos.
Un desgobierno de lujuria
en el reino de los dedos invisibles,
donde andamos abrazados.-


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