Plantabosques


Quiero un árbol con tu nombre
en el bosque de mis versos,
una majestuosa planta que asome
a los senderos de una rima
como arbórea sucesión de silabas
en la frondosidad de tus silencios.
Un arbusto en la espesura de mis miedos
donde encontrar siempre la vereda
que se despeja en tu claro.
En la loma en la que inicias un romance
de miradas asonantes,
un soneto de sierras,
un verbo de montaña y en los besos,
la selva de tus poros,
fluyendo entre el boscaje de mis sueños,
cuando despiertas radiante
en el pico de este monte de pasiones.
Quiero una cordillera endecasílaba
para no perder el ritmo
en el envite de baladas que te invento,
el germen de un cántico silente,
la tonada de un murmullo que crece entre las jaras,
un carrascal evocado,
luchando por ser bosque,
matorrales que riman en un tarareo
emitido desde cada una de tus cumbres.
Así,
desde esta asfixia de foresta,
se suceden arrebatos de culto,
en la querencia de que cada una de tus hojas
grabe mi nombre en el anverso
y viaje por tus vasos conductores
hasta tocar el suelo,
cuando en la tierra se disuelven los poemas,
las sales de arrullos repetidos,
y jardineros de pasiones,
esperemos a la noche
para devolverle el oxígeno a la luna.
Quiero ser un bosque en tus espaldas
y que plantes en mis yemas
los tallos de tus dedos,
las flores de un romance
para extraer esencias de tu cuello,
plantabosques de un amor que te profeso,
y que empapas con el sol de la mañana,
mientras entrelazas tus raíces
en cada uno de los brotes de mis ramas;
erguido,
como un tronco milenario,
cautivado,
como el agua que nos riega eternamente.-

Septiembre largo (II)


Hago un aparte y te contemplo,
una ofensa no gritar a tu paso,
la oda invisible de una admiración ausente,
un puñado de violetas que adornen tu apellido
y no zaherir silencios,
las formas lúcidas de una intención
que asoma cuando miro.
Hago con sorna un repaso a mi insistencia,
obligada reflexión sobre las no palabras,
silencios que cortan conversaciones evitadas.
Hay un paisaje convertido en cielo
donde las lunas no leen esquelas;
llueve sobre la silla que he guardado
mientras los paraguas juegan en el parque.
Así luce.
Así me luce la ironía que buscaba en los libros,
sinónimo desprovisto,
carente de aspiraciones claras,
cuando falto a la discreción que me impongo
y doy saltos desde el suelo,
inconsciente.
Creo seguir un remedio
para saborear dulces engañados,
así libero propósitos,
una meta divertida
que no distraiga ni la entrega,
la única obsesión con quien no duermo.
Entonces, un invisible y tenaz instante,
un parpadeo,
en el que te pierdo de vista,
justo cuando brindas por los lustros que no tendremos.
Tu risa levanta el veto
y por fin relato súbito
los deseos que me atan,
como un cilicio,
a tus dedos.
Dulce juventud, amarga justicia.


Ellas mandan


No las puedo tener sin tiempo
porque no se repiten,
y constantes se empeñan en ordenar sucesos.
Presente, pasado, futuro,
así de inevitable.
Si no están, no existo,
estoy porque me ofrecen la posibilidad de hacerlo,
en una dirección, nunca la contraria.
Esenciales y naturales,
tanto que estoy obligado a asumirlas.
Nunca mueren,
como la razón y la palabra.
Irremplazables
irrecuperables,
diosas que guardan las puertas del Olimpo.
Quieren ser previstas,
críticas, en punto,
empleadas y pasadas,
perdidas y extraordinarias,
decisivas y amargas,
de salida y llegada.
Las hay de gloria.
Y nos exigen una liturgia
que obliga a respetarlas.
En tiempo nocturno,
a tiempo diurno,
mis horas, cada una,
ellas mandan.-


De campamento


Hay un tiempo que se esconde entre junio y septiembre,
abril imita a noviembre para adelantarse a mayo
y luego llega julio,
a esconder los días,
las horas en remojo huyendo de febrero,
porque a enero lo traen los magos y no cuenta.
Busco en los meses escondidos
un enorme cajón de semanas que todos añoran,
semanas de maletas,
de relaciones
y sorpresas
porque, a veces, hay más gente de la que creemos.
En esta ocasión hemos encontrado agosto,
nos saludaron desde Sierra de Gata,
allí nos quedamos.
Yo he encontrado agosto,
lo trajeron unos amigos envuelto entre pinos
y agradables palabras.
Lo he guardado en mi maleta favorita,
no cogerá polvo
y podré volver a usarlo el año que viene.
¡Cuántos recuerdos despiertos!
Hemos hablado de ello,
ella y yo, en agosto,
mientras compartimos un beso regado de placeres.-


Solicito permiso


Me gustaría llevarte hasta un rincón dormido,
y recorrer las fronteras por la raya de tu piel,
dibujarte con trazos delicados
sobre el lienzo de los besos invertidos.
Un afán alimentado por los años,
un temor escondido con cautela,
un acto robado del cajón de los empeños,
un desliz invocado entre quiero y quiero.
Me gustaría asombrarte con la canción dedicada,
recitar la letanía de los anhelos,
escribiendo un futuro que nos una para siempre.
Cogidos a los días,
como las anillas de un cuaderno sujetan las hojas,
los pensamientos,
lo aprendido,
lo pendiente,
los borrones de ideas desechadas a las que vuelvo.
Me gustaría deslumbrarte,
pero siempre te adelantas,
colocas un faro en las pasiones
para que arribe seguro hasta tu dique,
velero de dolores,
amarras mi tensión apasionada,
cuando llego a puerto con viento favorable.-


Buscador de palabras


Salí a tu encuentro,
así saludé una vez más el espacio que dispones.
La palabra que envuelvo sigilosa,
cuidando verbos que se tornan sustantivos,
abrigando,
una empresa locuaz
para emprender la aventura de quedarme.
Soy viajero inoxidable,
cantero de la moldeable palabra,
nacida en cautividad en un diccionario con pastas.
Así comienzo a hablar contigo:
empiezo por el principio,
en una exposición escrita
en la que ordeno ideas
que se van colando a cada letra.
Flor de un texto que riego
con la punta de mi lápiz,
extirpando adjetivos,
reiteradas cualidades que no he de cantar.
Basta un paseo por tu presencia,
un alijo de sensaciones que hundo en el paquete de folios
donde imprimo estos versos.
Ríos que no desembocan en ningún final claro.
Aquí consagro el prólogo
donde justifico tenerte,
donde pido disculpas al espacio que ocupo
y permanezco en silencio,
aguardando mi turno,
el momento en que tu nombre
se vuelve para mirarme las manos,
entonces levito,
y olvido todo lo que quería decirte.-


Lívida primavera


Me alejo hacia el lugar más cercano,
viajo huido hasta el continente de lo invadido,
deshago un equipaje de prejuicios,
abandonando la maleta que lastra decisiones.
Cada lunes añado a nuestra cesta ciertos propósitos,
cinco al mes, como un regalo.
No lo he logrado.
Caminan más deprisa las proclamas,
anuncian una lucha de balcones
para asomarse a tu delirio.
Hay noches que gritan desde la terraza del deseo,
para que no merme el arrullo,
perseguido romance de amantes escondidos.
En la cima de lo posible
ondea la bandera de lo creíble,
pequeñas ideas para lograrlo
que nos sitúan ante la certidumbre de lo evidente.
Ahora corro más,
al final del viaje me esperan los brazos
que entregué al sujetarte,
cogidos al suelo del idilio,
construyendo un puente entre silencios
que retenga los segundos sin palabras
en los que se disparan intuiciones
que nos hacen enormes al instante.
Si algo pasa,
reacciono invocando rendiciones,
decretos que escribimos para no ser cumplidos.
Un desgobierno de lujuria
en el reino de los dedos invisibles,
donde andamos abrazados.-


Lunes de Pascua


Se han abierto las flores muy despacio.
La cera derretida de promesas imposibles
que desfilan con sonido de tambores.
Homilías para una saeta que nadie escucha.
En todo silencio hay fiesta
porque el poder de la proclama
se apaga con el paso de los años.
Las casullas esconden la infertilidad de lo absurdo
y los hombres se ríen a sus espaldas.
Nadie quiere un mártir para llorar su ausencia,
sólo la imaginería mantiene los rezos
de cuando éramos niños.
Hay lazos para acusar a las mujeres,
mientras lloran las madres en secreto
y la soberbia se sujeta en el orgullo reprimido.
Ya no aparentamos creencias en público,
viajamos al pasado como espectadores del absurdo,
pasajeros convencidos.
No quiero confesar los pecados,
ni acepto penitencia,
disfruto y los exprimo
para que luzcan todo el año.
Ya estuve en el país de los rezos y plegarias
pero no encontré a nadie redimido,
escondían los miedos no palpados,
sujetos a un cielo que no existe.
Ahora miro al frente
y allí arriba veo la luna
que sí protege los sueños cometidos cada noche.-

A sabiendas que te sigo


Sigo el silencio de tus pasos
porque la huella que dejan
pinta romances acompasados.
El sigiloso devenir de los deseos
templa el camino allanado por donde pisas,
Digo que los años se alimentan de nosotros,
un menú de recuerdos sembrados a conciencia,
prestos a continuar bajo la lluvia de los impulsos,
gotas de este cielo líquido que cae sobre ambos.
La nebulosa que nace de cada intento,
la estela de impresiones que fijamos al suelo elegido.
Liberado de excesos repentinos
recojo en cada tiempo un soneto licuado,
constante,
que se extiende más allá de lo previsto.
He dejado que traces la ruta convenida
para disfrutar de la sorpresa de seguirte.
Así somos,
como la suela que marca en la arena
la naturaleza de los sueños recorridos.-


Catorce varas


Levanto la mirada intentando entrar en tu mundo,
alcanzarte a pesar de la distancia,
una adolescencia creciente que aleja muchas risas compartidas.
Tu retina ha cobrado vida
y no mira ya por mis ojos,
ley de vida, lo admito.
No obstante, no ahuyenta la pena que se resiste a despedirte.
Estaba en el contrato
que tu madre y yo firmamos entre sábanas.
Pero no merma el empeño.
Así moldeas un universo recién descubierto,
un planeta poblado de seres diminutos que comparten tu idioma.
Mientras, yo te espero en la estación regreso,
y viajo, de cuando en cuando,
a proteger tu risa de envites no esperados.
Ahora mi cometido es otro.
Portero de tus libros.
Barredor de tus horas.
Reposeedor de dudas.
Sombra de tus miedos.
Afirmar sin ser visto
que continúas donde creo.
Y aplaudir,
ahora menos es cierto,
los logros superados de un esfuerzo diario.
Sigo ahí.
Me tranquiliza saber que lo sabes.
Y presumo de esos años
que te proyectan impresionante.
Ese compromiso es mi nota,
yo también me examino
de una asignatura que lleva tu nombre,
que preparo con empeño,
sin embargo me acompaña una intuición,
cada vez me preguntan menos.
Sigo respirando tu aire con propósitos divertidos,
para que juguemos a tenernos,
aunque sólo sea en cuenta.
Si levanto la vista siempre te encuentro.-