Barricadas y algodones


Voy a tu esquina cargadito de risas,
viaja conmigo una lágrima con millones de emociones,
caben todas las que han crecido a mi lado.
Llego a tu tierra a sembrar anuncios,
revelaciones intencionadas
de una declaración formal para ocuparte.
Destrozo la tela que nos separa hasta llegar a los surcos
de cada uno de tus poros
y tras de mí suenan tambores según me voy acercando
y en el promontorio que da al mar de tus decencias
instalo una bandera que despiste a otros marinos.
Los héroes se retiran en favor de los poetas.
Nos complicamos con frases de azúcar,
nos extraviamos en suspiros de almíbar,
puestos a empezar,
decidimos no comenzarlo
y los dedos, como las raíces, se nos van clavando,
como este jarrón que se ha llenado de libros.
Un puente de empujones que nos cruza al instante presente,
y al elevarnos nos convertimos, atónitos, en un mismo reflejo.
La frontera de lo evidente es un breve escarceo
de viejas pasiones con aires de trinchera.-


Universo de estelas


El cielo huele a ausencia,
hay una nube que anuncia la noche
vestida de carmín y satenes en butano.
Cuando la vista sigue viajando aunque no mires,
lo que no has visto no está oculto, sólo lejos.
El cielo no es infinito, es inmenso
y tiene esquinas con planetas cansados por el polvo,
por años luz de sed.
Más allá de lo que hay mas allá estamos nosotros,
repetidos,
en un firmamento que rota sobre millones de deseos esparcidos,
que recogen las estrellas fugaces que tanto admiramos.
En otra esquina están los sueños que no regresan,
testimonio de los años que crean y destruyen,
una fuente de estelas que una y otra vez miramos.
Como una intención que nos roza,
enorme luna de banalidades,
reflejo de misiones imposibles que observa un sol paciente,
también lejano,
pero constante y tranquilizador.-

Memorias de la Duda


Los días ya no sirven,
cuando han pasado y son historia los guarda el recuerdo.
Si los despierta un olor o un sonido,
se sueñan por aquello que no hicimos
y se aferran a un tal vez, a la duda febril de si hubiera sido.
A la desazón de un beso escapado,
aún ignorando que no será lo mismo.
Aquel día no es aquel, aunque nos acordemos.
Me despiertan los días que no me atreví,
y los que estuve a punto.
Me asustan otros tantos que no te dije,
y la vergüenza que entonces sentía.
Yo lo pensaba,
pero aquel día no era el día,
y hoy el motivo no es momento.
Me supuran los días que me han cambiado,
e ignoro los que a ti te han crecido,
aunque desconozco si estos días serían otros de haberlo sabido,
en un imperfecto que no domino.
Los tiempos de un pasado que la memoria
se empeña en vestir de presente.
Aquellos eran días, hoy también, aunque estemos lejos.
Tú en tu sierra,
yo en mi convento.
Y me empeño, y aún así no lo consigo,
que construir días no es cosa de amantes,
aún cuando brillas en el cajón de los deberes,
nada podrá corregir los instantes olvidados en cruzarnos,
empañados de melancolía,
un solo fugaz,
el segundo en que pensé decírtelo sin atreverme.
Es un día que predije porque no supe hacerlo.
Era un día que no era
y que hoy insiste en serlo.
En la memoria queda la duda, liberada monotonía,
pero no el remedio.
Tu allí,
yo he pasado.-


Tardes de noviembre


Adoro la escarcha ligera que despereza el agua dormida,
un rocío otoñado que cae como la lágrima.
Huelo un viento mojado que huye del mar,
rumbo a otra tierra.
Un calor pálido que gime entre las nubes,
un verde apagado de noviembre.
Endulzo las tardes a los pies del fuego,
en la camilla donde leemos los cuentos,
estudiamos lo verbos.
Abrazo la lluvia que se cuela limpiando el año,
un tiempo que va repitiendo y que no conocemos.
Una tarde larga, una noche en vela,
la guitarra que te has comprado y un cuaderno pautado.
Hoy saludamos robles amarillos,
mañana andaremos el monte.
Amo la melancolía del frío
y el escozor que produce la disculpa de quedarnos,
acurrucados viendo venir el viento cargado de hojas y musarañas.
El café ardiendo, en las manos, invitados a la tertulia,
a divagar sobre nosotros sin prisa,
un intento lento, piano, de permanecer así,
adormilados y tiernos.-


Campos de pluma


Si al tocar arrebato arrepentido,
recojo rojas mieles de soldado.
Si al defender reinos imposibles,
ofrezco coronas y ducados.
Si al corto paso ganado en batallas de ruegos y palabras,
planto el camino de regreso,
dejando migas con sangre de un costado,
herida abierta de impotencia para retroceder en la otra tregua.
Si languidecen las órdenes de frontera,
oriflama presumida de escuadrones invisibles,
protegidos por el ruido del sable de tu mano,
que señala mi campo de batalla con sones de conquista.
Si resisten a la retaguardia y presentan un frente combativo,
en el instante en que dejamos de movernos,
en esta explanada de plumas y almohadones.-