Onírico premio




Comer en tus manos siempre limpias,
posarme confiado sobre el borde de tus yemas
mientras acaricias mi lomo de sumido deseo.
Adoro las estampas más etéreas
segundos efímeros que confunden suspiros.
Así me proteges,
como una barrera que ansío,
así se alimenta un amante,
suave sufrimiento de espuma.
En un tiempo los trinos te llamaban.
Desde mi árbol he pronunciado tu nombre
una vez, otra vez,
y así quiero lo que tú quieres,
y con mi canto que no molesta,
aterrizo sobre tus dedos
a picotearte mientras señalas.
Y en el arrullo
libero las maneras que te conquistan,
aquellas que levantan la sonrisa que más anhelo,
las que marcan el terreno en el que poseo,
dueño de tu cariño que es coqueteo,
batalla que gano sin ondear estandartes.
Oriflama de grises y estrellas
que me envuelve en una melancolía que repito cada tarde,
cuando acudo,
siempre limpias,
a comer a tus manos,
a buscar mi recompensa.-

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